Información nutricional sobre

LOS ESPÁRRAGOS

Un aviso de esplendor en nuestros campos son los espárragos, ante la llegada inminente de la primavera.

Estos tallos son una fuente importante de potasio y además otros minerales como el calcio, fósforo, magnesio, sodio, zinc, yodo y selenio.

Los espárragos verdes tienen, por cada 100 gramos contienen 46 g de proteína vegetal, 32 g de carbohidratos, 21 g de grasas y 1.7 gramos de fibra. De las vitaminas destacan la C, B3, B1, B2, B6, B9 y A.

Con beneficios antioxidantes, su consumo favorece la protección de las células. Ricos en fibra, no contienen ni grasa ni colesterol.

Poseen cualidades diuréticas y no solo ayuda a orinar sino también a deshacernos a través de la orina del exceso de sales.

Muy útiles en caso estreñimiento. Si tienes problemas con la regularidad con la que vas al baño y tienes estreñimiento o quieres prevenirlo, los espárragos son unos buenos aliados.

Como siempre, es recomendable elegir espárragos ecológicos y de cercanía para disfrutar de todas sus propiedades y su sabor.

 

RECUERDOS DE LA NIÑEZ Y LOS ESPÁRRAGOS

Un texto de Pedro Casamayor

En casa siempre hubo tres consignas a tener en cuenta en los meses de lluvia. Mi madre decía que eran como una suerte de salvoconductos hacia la felicidad. Durante esas semanas de nubes y aguaceros había que tener tiempo o buscarlo para hacer tres cosas: leer libros de más de quinientas páginas, escuchar a los ancianos de tu alrededor e ir a coger espárragos a la montaña. Para esta última teníamos que tener un poco de paciencia y dejarlo para cuatro o cinco días después del chaparrón, una vez que el sol hubiese despertado a los tallos jóvenes en las esparragueras.

En esto, como en otras cosas, hice caso a mamá y sigo sus sabios consejos verde espárrago cada vez que el tiempo me lo permite. Vuelvo a la naturaleza, como se vuelve a otra madre, generosa con cada rincón y cada vaguada de la montaña. Allí descubres, caminando, que también es generosa la vejez, cuando paras a hablar con los ancianos que descansan en su bastón y te cuentan enternecidos y orgullosos el olor de una cultura que se desvanece poco a poco. Y flor a flor la sierra te va convenciendo para hacer sagrado todo lo que miras, para añorar canciones derrumbadas, horizontes y amigos. Recordar a Ginesa como un paisaje confiado y ahora un recuerdo dulce y confortable.

Pero es tiempo de espárragos y de prosperidad. La alquimia y el deseo se despliegan cuando ves su punta afilada atravesar la colcha de humus y te dejas mecer en el aire hasta sentir su rectitud en tu columna. Hasta que llega el momento íntimo de morderlo y sentir el dulce del agua, verde y afrodisíaco que busca, como los besos, una boca donde desaparecer.

Y allí estás tú, feliz y obediente, con tu manojo de espárragos, guiñando el ojo a cada orquídea, dando los buenos días a cada piedra caída en el camino. Detrás de cada espárrago, otro más tierno y azucarado. Mientras, en la primera planta del cielo, una pareja de cernícalos pintan la silueta de un rebaño de cabras comiendo naranjas maduras y hojas de olivo.

Pero igual que el monte llama a la lluvia, las caminatas y los espárragos reclaman a la orina, y el dulzor que antes fue, ahora es parte de un olor primario y obsceno que a todos nos sorprendió una primera vez. De nuevo la alquimia se produce, pero en esta ocasión, dentro de tu cuerpo, ayudando a eliminar lo no deseado.

Ya queda menos para que termine la jornada. Hay que volver a casa y a la seguridad que se da entre las rutinas. Pero aún falta otra recompensa, la última de toda una serie de placeres. El sonido del tenedor batiendo unos huevos en el plato con un poquito de sal, más el milagro del fuego, se unen a la destreza y el gozo de hacer con esos ingredientes una tortilla repleta de sol y espárragos.

Es febrero en el calendario. Los almendros en flor, como heridas en los ojos, nos llevarán lentamente, pétalo a pétalo, hacia la primavera.

Pedro Casamayor, puedes leer más relatos en su blog, Mil notas entre milhojas

 

 

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